martes, abril 15, 2008

Road movie to Llançà


No sé si os pasa al resto pero las salidas largas en la bici son siempre algo más que un entreno.

Una tiradita en bici es un poco como una road movie, un entreno con un argumento que se desarrolla a lo largo de un viaje con un punto destino marcado, pero con un desarrollo que siempre depende de cosas que ni controlamos, ni tienen muchas veces que ver con nosotros.
Y a mi eso me parece genial.

Ese rollo de salir, saber que tarde o temprano llegarás al destino, que si no pasa nada acabarás regresando a casa, pero de lo que pase en medio ni sabes ni quieres saber casi nada.

Vivencias diferentes, un cierto arbitrio, compañeros de viaje a veces distintos, frecuentemente recogidos en un punto indeterminado de la carretera y sobre todo un montón de cosas que pasarán por delante que previamente se ignoran.

A mí, que el deporte por el deporte no me interesa nada, cada vez más me convence más ese retorno anímico que incorpora un buen viajecito en bici.

No sé si os pasa, pero a veces las salidas en bici son como esos viajes de otras épocas en los que el destino no era tan importante como el propio viaje. El viaje como una metáfora de la vida, del conocimiento, del aprendizaje, del sufrimiento ligado al último esfuerzo necesario para coronar un puerto, por ejemplo, que una vez coronado quizá nos permita ver un paisaje hermoso, o quizá el dibujo de una serpenteante carretera donde nos podremos ver a nosotros mismos retorciéndonos sobre la bici apenas unos instantes antes…

¿Qué coño haremos cuando seamos viejos?

En mi caso me gustaría seguir yendo en bici.

Espero no quemarme demasiado con tanto entreno y no acabar tirándola cualquier día de estos por algún barranco.

Prefiero imaginar que sí, que seguiré entero física y anímicamente y que estaré en alguna bonita carretera con pocos coches un domingo cualquiera de mayo pedaleando a mi bola, sólo o con un grupo de otra gente a su bola, disfrutando la ruta desconocida, del solecito, y de esa felicidad que incorpora desplazarse una distancia más o menos larga con medios propios.

Seguro que me pasará a toda castaña algún triatleta acoplado con la cabeza metida casi en el pecho. No esperaré el saludo. Entenderé su concentración. Admiraré su cuidado. Reconoceré su entrega. Me traerá recuerdos.

Pero estoy seguro que no podré evitar pensar: "Menudo gilipollas".

Comments (0)